Los Ángeles, 7 ene (EFE).- La masacre de siete personas en un restaurante en un suburbio de Chicago (EE.UU.) a manos de dos jóvenes ladrones cumple este domingo 8 de enero 30 años de haber conmocionado al país por la forma en que fueron asesinadas las víctimas, entre las que se encontraban dos menores de edad.
Los cuerpos de las siete víctimas fueron encontrados apilados en un congelador del restaurante de la cadena Brown’s Chicken en Palatine (Illinois), un suburbio que pertenece a la zona metropolitana de Chicago.
La noche del 8 de enero de 1993 dos jóvenes, que no tenían más de 20 años, llegaron al restaurante minutos antes del cierre y pidieron dos órdenes de pollo.
Después de que les habían servido su orden los jóvenes armados procedieron a robar el lugar.
Pero el robo de no más de 2.000 dólares se convirtió en una masacre que terminó con la vida de los dueños del lugar Richard y Lynn Ehlenfeldt, y los empleados Guadalupe Maldonado, Thomas Mennes, Marcus Nellsen, Michael C. Castro y Rico L. Solís.
Castro y Solís eran menores de edad, tenían 16 y 17 años respectivamente. Los dos trabajaban a medio tiempo en el restaurante de comida rápida después de asistir a clases en Palatine High School.
Los cuerpos de las víctimas no fueron encontrados por la policía sino nueve horas después de que ocurriera el asesinato, tras el reporte de familiares que estaban preocupados.
Por casi una década el caso fue uno de los mayores misterios en los suburbios de Chicago. Pero en 2002, Anne Lockett contó a la policía que su ex novio, James Degorski, y su amigo de secundaria, Juan Luna, probablemente eran los asesinos.
Lockett no había dicho nada porque en el momento de los asesinatos tenía problemas de drogadicción y no estaba segura de que Degorski le había dicho que “había hecho algo” junto con su amigo.
Luna había trabajado en el restaurante y sabía que en el lugar no había alarmas, que el dinero se guardaba en la caja fuerte y, lo más importante, que los propietarios no tenían un arma en el lugar para defenderse.
El ADN de Luna coincidía con el encontrado en un trozo de pollo parcialmente comido que se había recuperado del restaurante.
En mayo de 2002, Luna confesó el crimen a la policía de Hoffman Estates. Le dijo a los detectives que él y Degorski obligaron a los empleados y los dueños del restaurante a ir a la parte trasera del establecimiento donde los ejecutaron.
La investigación reveló que cuatro de los empleados suplicaron por sus vidas antes que les dispararan.
En 2007, Luna fue hallado culpable por siete cargos de asesinato y condenado a cadena perpetua, después que un jurado no lograra ponerse de acuerdo para sentenciarlo a muerte.
Degorski fue condenado en 2009 a cadena perpetua por los siete asesinatos. Ese mismo año Brown’s Chicken se declaró en bancarrota por no poder retener su clientela tras la masacre. EFE