Durante el sexenio de Vicente Fox, Genaro García Luna recibía mensualmente de entre un millón a millón y medio de dólares, como pago por ayudar con información de inteligencia al Cártel de Sinaloa, en lo que fue etiquetado como una traición a los gobierno de México y Estados Unidos e incluso al crimen organizado.
“Tenía un segundo trabajo, como funcionario del gobierno de México sacó ventaja para obtener millones de dólares en efectivo al ayudar a que se enviaran toneladas de cocaína a Estados Unidos”, declaró el fiscal Philip Pilmar, al presentar ante el jurado y al juez Brian Cogan, el caso de acusación por narcotráfico en contra de García Luna.
“No hay dinero, no hay grabaciones, no hay correos electrónicos, no hay grabaciones, no hay evidencias creíbles de que ayudó al Cártel de Sinaloa”, sentenció, por su parte, César de Castro, el abogado de oficio que encabeza el equipo legal para la defensa de García Luna, al presentar sus argumentos de apertura en el juicio contra su cliente.
Así con estas premisas inició la primera audiencia ante el juez Cogan en la Corte Federal del Distrito Este en Brooklyn, Nueva York, del caso de García Luna, amigo, asesor, confidente, mano derecha y Secretario de Seguridad Pública del expresidente Felipe Calderón.
“Fue una mentira el que combatía al Cártel de Sinaloa”, agregó Pilmar en su argumentación de apertura en el proceso judicial en Brooklyn, para acotar que como funcionario federal mexicano traicionó a su país y a los Estados Unidos con quien presuntamente colaboraba para abatir a los grupos criminales dedicados al trasiego de enervantes.
Inmediatamente después de que la defensa y el gobierno federal estadunidense presentaran sus respectivos casos, se llamó al primer testigo incriminador: Sergio Villarreal Barragán, “El Grande”, exintegrante de la fracción del Cártel de Sinaloa comandada por Arturo Beltrán Leyva y sus hermanos, Héctor y Alfredo.
Escoltado por alguaciles federales, “El Grande” se sentó en el banquillo de los testigos al lado derecho de Cogan, de frente para el jurado y al flanco izquierdo de García Luna, sus abogados y de los fiscales.
“Yo lo vi en varias reuniones con Arturo Beltrán Leyva”, comenzó diciendo “El Grande” en referencia al acusado a quien, en respuesta a la fiscal Erin Reid, quien lo interrogó, identificó sin titubeos, por nombre, apellidos y título: Genaro García Luna, director de la Agencia Federal de Investigaciones (AFI) durante la presidencia de Fox.
– ¿Para qué se reunía Arturo Beltrán Leyva con él?, preguntó la fiscal.
– Para pagarle sobornos por parte del Cártel de Sinaloa, soltó el narcotraficante, quien se presentó en la sala vestido de traje negro que, por su tamaño, cumple cabalmente con su apodo, y se apoderó inmediatamente de la atención del jurado y de todos los presentes en la sala 8D que controla y domina el juez Cogan.
“El Grande”, capturado en México en 2010, narró en la primera audiencia una minuciosa red de corrupción dirigida por García Luna en concubinato con todas las fracciones del Cártel de Sinaloa que datan de 2001 a 2006.
La relación de García Luna con el Cártel de Sinaloa abarcaba a todos los capos de esa organización, Ismael “El Mayo” Zambada García, Joaquín “El Chapo” Guzmán Loera, Ignacio “Nacho” Coronel, Juan José Esparragoza Moreno, “El Azul”, Amado Carrillo Fuentes y Vicente Carrillo Fuentes.
Gracias a la ayuda de García Luna durante el sexenio de Fox, el Cártel de Sinaloa “ganó mucho dinero, millones, miles de millones de dólares”, de acuerdo a las declaraciones de “El Grande”, las cuales tienen que probar los fiscales ante el jurado y no quedarse nada más con el testimonio y palabra de un narcotraficante confeso, juzgado y sentenciado en Estados Unidos.
Como se anticipaba, en la audiencia con la presencia del primer testigo por parte del Departamento de Justicia, los nombres de los expresidente Fox y Calderón, fueron sustento para narrar la larga cadena de corrupción encabezada por García Luna.
Bajo la batuta Reid, quien colocó sobre la parte superior de una pizarra la fotografía de García Luna, “El Grande” fue identificando uno a uno a los presuntos socios del acusado en la trama de colusión y corrupción con el Cártel de Sinaloa.
Todos subalternos del acusado en su paso por la AFI, “El Grande” nombró a los que eran parte del círculo cercano de García Luna en lo que parecía ser la nomenclatura de una especie de cártel criminal desde el gobierno y no una dependencia federal para combatir el narcotráfico.
Luis Cárdenas Palomino, Ramón Pequeño García, al comandante Domingo, Armando Espinosa de Benito, Edgar Millán, Iván Reyes Arzate, Víctor Garay Cadena, Edgar Enrique Ballardo del Villar y otros comandantes regionales de la AFI, a quienes “El Grande” nombró por su primer nombre o apellido, como Villegas y Eloy que fueron enlistados como socios principales en la nómina de corrupción de García Luna.
“A García Luna, Arturo Beltrán Leyva le entregaba ‘La polla’, el dinero recolectado entre las fracciones del Cártel de Sinaloa, de un millón a un millón y medio de dólares mensual”, aseguró Villarreal Barragán ante el jurado y el juez en la Corte Brooklyn.
Con una mirada de hielo y sin mostrar reacciones por lo menos faciales, García Luna tomaba nota de lo que decía “El Grande”, quien dijo que en decenas de ocasiones fue testigo de los pagos millonarios que por lo menos los Beltrán Leyva le entregaban mensualmente.
“Todas las cosas caminaban perfectamente, era la mejor inversión que tenían”, subrayó “El Grande” en referencia a los pagos del Cártel de Sinaloa para García Luna y los dividendos que para esa organización significaban esos pagos mensuales.
Aunque también había excepciones, como representaban para los narcotraficantes y García Luna la confiscación de cocaína y otras drogas a cárteles rivales, como el del Golfo y Los Zetas, comandados por Osiel Cárdenas Guillén en la época de la presidencia de Fox.
Con frialdad y sin inmutarse, “El Grande” contó un incidente ocurrido en 2003 cuando gracias a la información que le dio García Luna a los Beltrán Leyva, confiscaron dos toneladas de cocaína del Cártel del Golfo en la carretera que va de la Ciudad de México a Veracruz.
“La cocaína se llevó a una bodega en Cuernavaca, Morelos, porque con García Luna se repartían en un 50% los decomisos, no la droga, sino el dinero de lo que costaba”, aseguró “El Grande”.
A la bodega presuntamente acudió García Luna acompañado de Cárdenas Palomino, donde Arturo Beltrán Leyva, su secretario Roberto “R” y en presencia de “El Grande”, recibieron su parte en billetes de 20 dólares colocados en cajas de cartón.
– ¿Cuánto?, inquirió la fiscal Reid.
– 14 o 16 millones de dólares, respondió “El Grande”, destacando que él vio el dinero y que además Beltrán Leyva tuvo que prestarle a García Luna una camioneta porque en el vehículo que llevaba no cabían todas las cajas con los dólares de su 50% correspondiente de la cocaína.
Los pagos mensuales al entonces titular de la AFI, provenientes de la “polla” del Cártel de Sinaloa y que “El Grande” dijo haber presenciado a lo largo del periodo de Fox, se hicieron en su mayoría de ocasiones en “La Oficina”, una casa de seguridad ubicada al sur de la capital mexicana.
Respaldado por un mapa, “El Grande” ubicó esa “oficina” a unas tres cuadras del centro comercial Perisur, y a una tres o cuatro cuadras de una iglesia católica, Parroquia la Esperanza de María en la Resurrección del Señor conocida como “La Paloma” por su estructura arquitectónica.
“El Grande” afirmó que Arturo Beltrán Leyva acudía con frecuencia a esa iglesia, y que a García Luna y sus acompañantes, “R” u otros capos, los recogían en el estacionamiento de Perisur para ser llevados a recoger su cobro mensual a “La Oficina”.
“En billetes de 100 dólares, en fajos de 10 mil dólares, y pacas de 50 mil, se les entregaba el dinero que se colocaba en maletas negras, conocidas en México como chorizos”, describió “El Grande”.
La presentación del narcotraficante se interrumpió al concluir la sesión de este lunes cuando empezaba a desglosar la relación de García Luna con otros miembros de la fracción de los Beltrán Leyva como Edgar Valdez Villarreal, “La Barbie”, Alberto Pineda Villa, “El Borrado”, y otros.
A la audiencia, García Luna se presentó vestido con un traje gris oscuro, camisa blanca y corbata color vino con vivos blancos; su esposa Linda Cristina y su hija Luna también acompañaron al amigo de Calderón.
Antes de comenzar la sesión y desde lejos, García Luna con mímica lanzó abrazos y besos a su esposa e hija, y esta última le repetía con frecuencia con el movimiento de los labios la palabra “te amo”.
Acudieron también unos 30 representantes de la prensa, en su mayoría mexicanos, de los cuales 15 ingresaron a la sala 8D entre estos Proceso, y el resto fueron enviados al salón de al lado.
Jorge Islas, el cónsul de México en Nueva York, entró a la sala del juez Cogan como público, aunque no llegó temprano a formarse a la fila afuera de la Corte por la madrugada; para poder ocupar el lugar envió a uno de sus subordinados a que lo hiciera por él, por lo que el representante de la Secretaría de Relaciones Exteriores no madrugó.