CDMX.-Chichén Itzá fue una ciudad maya-tolteca que se extendió por 25 kilómetros cuadrados y que fue la capital de un gran territorio en la Península de Yucatán desde el año 987 hasta el 1200 d.C. En su época de mayor actividad, albergaba a más de 50,000 personas que se dedicaban a la agricultura, la construcción, la artesanía, el gobierno, el arte y la religión. El Templo de Kukulcán, también conocido como El Castillo, es uno de los monumentos más importantes de la ciudad y es un símbolo del poder religioso y político de los mayas.
La ciudad de Chichén Itzá ha sido reconocida por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad en dos ocasiones: en 1988, como uno de los centros sagrados más importantes de México, y en 2007, el Castillo fue declarado una de las siete maravillas del mundo moderno. El Castillo contiene en su interior una construcción más pequeña que alberga una escultura de un jaguar pintado de rojo con incrustaciones de jade que brillan cuando la luz solar entra. El INAH sugiere que esta escultura es un ejemplo del conocimiento pionero de los mayas sobre astronomía y los astros.
Durante los equinoccios de primavera y otoño, la pirámide de Kukulcán produce sombras y luces al atardecer que crean la figura de una serpiente en el suelo del edificio. Según el INAH, esto representa el descenso de Kukulcán a la tierra de los mortales para fertilizarla e iniciar el ciclo agrícola. Kukulcán significa «Serpiente Quetzal» en maya y está asociado al viento, la lluvia y el agua. Además, encarna el principio creador del cielo y está relacionado con el avistaje de Venus en el horizonte durante el amanecer.
La Pirámide de Kukulcán fue construida con el estilo maya-tolteca, que se caracteriza por sus formas piramidales, sus largas escalinatas y sus espacios destinados a la observación astronómica. Gracias a su configuración geométrica, se descubrió un efecto acústico que aún no se comprende completamente. El profesor Jorge Antonio Cruz Calleja de la Escuela Superior de Ingeniería Mecánica y Eléctrica Mexicana ha estudiado este fenómeno y ha descubierto que al aplaudir frente a la escultura en el interior de la Pirámide, se genera un eco que suena similar al chirrido de un ave.