CDMX.-Aethelstan, coronado rey de los anglosajones en el año 925 d.C., es considerado por los estudiosos como el primer rey de Inglaterra. Para comprender su ascenso al trono, es importante remontarse a los orígenes de los anglos, cuyo nombre daría lugar al término Inglaterra, derivado del inglés antiguo Englaland, que significa «tierra de los anglos». Estas tribus llegaron a la antigua provincia romana Britannia en el siglo V d.C., estableciendo asentamientos en el sureste de Inglaterra.
Con el tiempo, los anglos y otras tribus germánicas fusionaron su cultura y lengua con las tradiciones romano-británicas existentes. Hacia el 600 d.C., surgieron varios reinos en las Islas Británicas, que más tarde se unirían en la Heptarquía, compuesta por siete reinos: Wessex, Kent, Sussex, Mercia, Anglia Oriental, Northumbria y Essex.
La lucha por la supremacía entre estos reinos condujo a la dominación de Mercia durante gran parte del siglo VIII. La Crónica Anglosajona, una historia de los anglosajones creada en el siglo IX, introdujo el término bretwalda para describir a los reyes anglosajones que gobernaron a partir del siglo V.
Wessex, a diferencia de Mercia, tuvo éxito en establecer una sucesión hereditaria pacífica, lo que permitió que varios hijos de Eghbert, incluido Alfredo, llegaran al trono. Alfredo, otro candidato a primer rey de Inglaterra, defendió su reino contra invasores escandinavos y contribuyó a la formación de la identidad cultural y política de Inglaterra.
Tras la muerte de Alfredo, su hijo Eduardo el Viejo gobernó hasta 924, cuando fue sucedido por su hijo Aethelstan. Aethelstan extendió sus dominios, especialmente después de la batalla de Brunanburh en 937 d.C., donde derrotó a los reyes de Escocia, Dublín vikingo y partes de Gales, consolidando así su dominio sobre Inglaterra. La victoria en Brunanburh permitió a Aethelstan convertirse en el primer rey de Inglaterra, aunque su reinado solo duró dos años más después de la batalla.