Durante el primer semestre del año, México ha recibido un número sin precedentes de solicitudes de refugio, un total de 74.764. Entre estas personas buscando asilo se encuentran Rosa, Valentina y Rosario, quienes han enfrentado persecución política y formas extremas de violencia. Estas mujeres representan a miles de personas cuyas historias se ocultan tras estas frías cifras. Si la tendencia continúa, se espera que se alcance un récord de 150.000 solicitudes al final del año.
Aunque sus procesos con la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (Comar) están en etapas avanzadas y las protegen de la deportación, muchas personas optan por mantener su identidad en secreto por motivos de seguridad.
Valentina, una ecuatoriana de 47 años, tuvo un proceso de refugio sorprendentemente rápido, ganando su estatus de refugiada en unos pocos días. Su motivo para buscar refugio fue la violencia y el crimen organizado que ha azotado a su ciudad natal de Guayaquil. Lamentablemente, fue víctima de secuestro y violación a su llegada a México.
Rosa, una joven de 22 años de Comayagua, Honduras, también huyó de su país debido a la violencia y la extorsión. A la espera de que la Comar resuelva su caso, Rosa expresa su deseo de un futuro diferente, ya sea en México o Estados Unidos.
Rosario es una exfuncionaria guatemalteca que fue perseguida por su propio Gobierno. Después de que la fiscalía emitiera una orden de arresto en su contra a principios de año, Rosario fue forzada a abandonar su país.
Las tres mujeres, junto a miles de otros solicitantes de refugio, son apoyadas por organizaciones como Asylum Access o Casa Mambré, que brindan asistencia legal en sus trámites con la Comar. Una vez reconocidas como refugiadas, tendrán derecho a trabajar, educación, salud y reunificación familiar.
Este número récord de solicitudes de refugio ilustra que México se está convirtiendo cada vez más en un país de destino para aquellos que buscan seguridad y un nuevo comienzo.