Sébastien Lecornu presentó al presidente Macron su renuncia como primer ministro de Francia apenas horas después de que designó un nuevo gabinete y a casi un mes de que fue nombrado en el cargo.
El presidente francés, Emmanuel Macron, aceptó este lunes 6 de octubre la dimisión de Sébastien Lecornu, su tercer primer ministro en un año, horas después de anunciar un nuevo gabinete que no convenció a la oposición ni a sus aliados; tras dejar el cargo acusó que «no hay condiciones» para gobernar.
Lecornu, nombrado en el cargo el 9 de septiembre, anunció la composición del nuevo gobierno el domingo 5 de octubre en la noche, tiempo local, y poco después quedó en fuego cruzado de todo el espectro político, incluida la derecha que forma parte de la coalición de gobierno.
Su dimisión recrudece la profunda crisis política en Francia desde las elecciones legislativas de 2024, que dejaron una Asamblea Nacional (cámara baja) sin mayorías y dividida en tres grandes bloques: izquierda, centroderecha y ultraderecha.
El líder ultraderechista Jordan Bardella ya llamó a Macron a un nuevo adelanto electoral de las legislativas. La diputada de izquierda radical Mathilde Panot urgió a destituir al presidente, cuyo mandato termina en 2027.
Este político de 39 años desveló horas antes de renunciar un gobierno continuista, que incluía el regreso del exministro de Finanzas entre 2017 y 2024 Bruno Le Maire al frente de Defensa.
Este nombramiento creó malestar en el partido conservador Los Republicanos (LR), socio de la alianza de Macron en el gobierno desde septiembre de 2024, que había convocado este lunes una reunión extraordinaria.
La razón esgrimida es que el presidente de LR y también ministro del Interior, Bruno Retailleau, no fue informado del regreso de Le Maire, a quien muchos ven responsable del elevado nivel de deuda pública (115.6% del PIB) del país.
¿Por qué dimitió Sébastien Lecornu?
Sébastien Lecornu manifestó este lunes que «no se puede ser primer ministro cuando no se dan las condiciones» para gobernar, deploró los «apetitos partidistas» que han llevado a su dimisión y pidió «borrar ciertos egos».
«Ser primer ministro es una tarea difícil, sin duda aún más difícil en estos momentos. Pero no se puede ser primer ministro cuando no se dan las condiciones» para gobernar, dijo Lecornu en una declaración pública para explicar las razones que le han llevado a renunciar al puesto 13 horas después de nombrar su gabinete.
El primer ministro saliente afirmó en su declaración desde Matignon (sede del gobierno) que había «intentado construir una vía (…) en temas que anteriormente habían estado bloqueados», como el seguro de desempleo y la Seguridad Social, para «reinstaurar la gestión conjunta» con los interlocutores sociales y «construir una hoja de ruta» para sacar al país de la crisis.
Las tres razones que lo llevaron a dejar el cargo
Lecornu enumeró tres razones que le impiden seguir siendo jefe de Gobierno.
En primer lugar, citó el hecho de que los partidos políticos «en ocasiones fingieron ignorar el cambio, la profunda ruptura que representaba no aplicar el Artículo 49.3 de la Constitución», que permite adoptar leyes sin el acuerdo del Parlamento, y que, según él, desbarataba el «pretexto para la censura previa» en la Asamblea Nacional.
Deploró, en segundo lugar, que «los partidos políticos siguen adoptando una postura como si todos tuvieran mayoría absoluta en la Asamblea Nacional». Aseguró que durante las tres semanas de negociaciones que mantuvo con todo el arco parlamentario estuvo «cerca» de lograr un acuerdo, que las «líneas rojas se estaban volviendo naranjas y, a veces, verdes», y que él «estaba dispuesto a ceder, pero cada partido político quiere que el otro adopte su plataforma completa», lamentó. En este sentido, recordó que «los acuerdos no son lo mismo que los compromisos» y para que se lleven a cabo es necesario «cambiar nuestra mentalidad y no querer implementar todo el proyecto y programa» de cada partido.
En tercer lugar, «la composición del gobierno dentro del núcleo común (los partidos de centro y derecha que componen el gobierno) no fue fluida», reconoció. Esas tensiones provocaron «el resurgimiento de algunos deseos partidistas, a veces relacionados (…) con las próximas elecciones presidenciales» de 2027, apuntó Lecornu.
El primer ministro dimisionario terminó su alocución con un mensaje «esperanzador y optimista» al pueblo francés: «se necesitaría poco para que funcionara» un Gobierno, pero para eso hay que ser «más desinteresado», «quizás también un poco modestos a veces» y «tener en cuenta el interés general».
El principio mismo de construir un compromiso entre partidos políticos es poder combinar líneas verdes y tener en cuenta un cierto número de líneas rojas, pero no podemos estar en ambos extremos, y algunos partidos políticos de la oposición lo han entendido, y me gustaría agradecérselo ahora.
Lecornu insistió en que, pese al fracturado mapa parlamentario (con tres bloques prácticamente con el mismo peso), las fuerzas políticas deberían «ser capaces de avanzar, al menos para que quienes quieren encontrar un camino para el país puedan avanzar».
«No podemos participar», dice líder partidista
«No podemos participar en este gobierno», estimó este lunes Xavier Bertrand, uno de los pesos pesados de este partido al que pertenecían también Lecornu y Le Maire antes de unirse a las filas de Macron en 2017.
LR, el partido histórico de la derecha de los expresidentes Jacques Chirac y Nicolas Sarkozy, había presionado hasta el último momento a Lecornu para que incluyera en su programa de gobierno la lucha contra la inmigración irregular.
Pero pese a haber prometido «rupturas» al asumir el cargo, tampoco estaba claro que pudiera superar una moción de censura en el Parlamento. Los diputados ya tumbaron a sus dos predecesores: el conservador Michel Barnier y el centrista François Bayrou.
Para garantizar su estabilidad, Lecornu había negociado en prioridad con el opositor Partido Socialista, pero rechazó sus principales reclamos: gravar con un 2% el patrimonio de los ultrarricos y dar marcha atrás a la impopular reforma de las pensiones de 2023.
Su dimisión ocurre en un contexto de protestas impulsadas por los sindicatos para reclamar una mayor «justicia fiscal» y bajo presión de los mercados para sanear las arcas públicas.
Su predecesor Bayrou cayó cuando buscaba el apoyo del Parlamento para su plan presupuestario para 2026, que incluía 44 mil millones de euros de recortes (51 mil 600 millones de dólares) y suprimir dos días feriados.
La bolsa de París cayó más de un 2% al inicio de los intercambios.