Un recorrido íntimo entre títulos, pérdidas personales y decisiones que marcaron vestidores.
De los colores excéntricos de Toros Neza a los títulos que definen épocas. Antonio Mohamed transformó su aprendizaje como jugador en una carrera y trayectoria de entrenador con sello propio. Su trayectoria combina éxito, carácter y episodios que explican su influencia en el futbol mexicano.
Su llegada a México ocurrió en 1993 con Toros Neza, el equipo donde dejó huella. Bajo la conducción de Carlos Reinoso y Enrique Meza. Alcanzó la Final del Verano 1997, aunque el título se le escapó. Luego pasó por Monterrey y vistió camisetas de Atlante, Irapuato y Celaya. En ninguna de esas etapas pudo levantar la Copa como futbolista. Pese a su liderazgo natural dentro del vestidor.
El salto al banquillo llegó en 2003 con Zacatepec. La consagración apareció en el Apertura 2012 con Xolos. Dos años después celebró con Club América. En 2019, durante su segunda etapa con Rayados, cumplió la promesa del campeonato. Hoy presume bicampeonato con Toluca y se acerca a nombres históricos como Manuel Lapuente y Víctor Manuel Vucetich, a dos títulos de Nacho Trelles.
Su fe también explica la fortaleza de Antonio Mohamed en su trayectoria. Devoto de la Virgen de Guadalupe, encontró refugio espiritual tras la muerte de su hijo Farid. El hecho ocurrió durante el Mundial de Alemania 2006, cuando un automóvil impactó el vehículo en el que viajaban y el niño, de 9 años, falleció.

Durante años colocó un rosario en la banca. Había prometido hacer campeón a Rayados, el equipo del que Farid era fanático. En 2019, esa promesa se cumplió. Como jugador batalló con la báscula. En cada club siguió planes alimentarios estrictos, alejándose de gustos personales para competir al máximo nivel.
En el trato humano, suele unir grupos y generar cercanía. Esa bonhomía la trasladó a los equipos que dirigió. Pero, también mostró dureza cuando percibió desafíos a su autoridad. Con Paul Aguilar, en el América, el conflicto estalló luego de una indisciplina en la Liguilla del Apertura 2014. El Antonio “Turco” Mohamed pidió su salida. Ricardo Peláez, entonces presidente deportivo, intercedió para regresarlo al plantel, pese al evidente desencuentro.
En Pumas, Nicolás Freire vivió la llamada “ley del hielo”. Ningún compañero podía hablarle. Entrenaba aparte hasta que fue transferido al futbol griego. Antonio Mohamed logró recuperar en lo emocional y deportivo a Alexis Vega. En contraste, no consiguió que Juan Ignacio Dinenno explotara como goleador. El delantero terminó relegado y solicitó su salida.
El primer abrazo luego del bicampeonato de Toluca fue para su hija Mayra. Ella ha sido un pilar constante de estabilidad y afecto. Arranca una nueva etapa con los Diablos Rojos. El objetivo es el tricampeonato, una hazaña que solo André Jardine logró con el América. El camino dirá hasta dónde puede llegar un técnico que nunca pasa inadvertido.
