Una decisión inesperada transformó proyectos y reordenó la competitividad en la liga.
La madrugada del 2 de febrero de 2025 quedó marcada como un hito en la NBA. Los Dallas Mavericks enviaron a Luka Doncic a Los Angeles Lakers, como un traspaso de la NBA sin que existiera conflicto público, ruptura contractual o solicitud del jugador. Fue un movimiento atípico: desprenderse de un talento de 25 años en plenitud y con máximo valor de mercado, apostando por resultados inmediatos. Diez meses después, el balance es ilustrativo y cuestionable para la liga.
El acuerdo involucró a tres equipos, incluyendo a Utah Jazz, y fue negociado por Rob Pelinka y Nico Harrison. Los Lakers incorporaron a Doncic, mientras que Dallas optó por Anthony Davis como núcleo defensivo. Internamente, la justificación fue económica: evitar el supermax proyectado de Luka y priorizar un estilo defensivo que, en teoría, sostendría un proyecto más “ordenado” para los Mavericks.
De esta forma, Dallas cambió a Luka Doncic, un cinco veces All-NBA, finalista en 2024 y eje del proyecto, por un traspaso de la NBA a un jugador veterano con antecedentes de lesiones. Esto disminuyó de inmediato la estabilidad del roster, trasladando la carga competitiva a un perfil cuya disponibilidad física era incierta.
Luka Doncic y su traspaso en la NBA a los Lakers: control, identidad y futuro
En Los Ángeles, la llegada de Luka Doncic como traspaso de la NBA, provocó cambios significativos en los Lakers. El esloveno mejoró la eficiencia ofensiva y redefinió la jerarquía funcional del equipo. Con JJ Redick como guía, los Lakers redujeron la dependencia del juego interior y adoptaron una ofensiva más paciente y exterior. Esto permitió que LeBron James asumiera un rol sostenible en su temporada 23: menos carga creativa y liderazgo más situacional.
El resultado: récord de 50–32, tercer lugar del Oeste y título divisional por primera vez desde 2020. La eliminación ante Minnesota mostró debilidades en la protección del aro, pero no comprometió el proyecto. Los Lakers adquirieron tiempo, identidad y un eje competitivo para la próxima década, consolidando además su marca global como una de las más importantes de la NBA.

Mavericks: ruptura y reconstrucción forzada
En Dallas, el efecto fue opuesto por el traspaso de la NBA de Luka Doncic. La identidad defensiva que justificó el traspaso nunca se materializó. Anthony Davis ha enfrentado constantes lesiones que impidieron continuidad, dejando al equipo sin rumbo competitivo. Los Mavericks terminaron con marca de 39–34 y fueron eliminados en el Play In.
El descontento entre la franquicia y sus seguidores se hizo evidente. En noviembre, con el equipo desorientado y sin señales de recuperación, Dallas destituyó a Nico Harrison. Un respiro llegó desde la lotería del Draft, cuando un 1.8 % de probabilidad les otorgó el primer pick para elegir a Cooper Flagg. El egresado de Duke asumió responsabilidades inmediatas y cambió la perspectiva del proyecto hacia un futuro más sostenible que a resultados instantáneos.
Nadie es intocable
Este traspaso de la NBA de Luka Doncic, alteró más que a dos franquicias: demostró que un equipo puede desprenderse de su jugador estrella en pleno auge, sin conflictos previos ni exigencias públicas. El contraste fue evidente: en Los Ángeles, el proyecto se consolidó; en Dallas, se desarmó y requirió reiniciar antes de tiempo. El mensaje para la NBA quedó claro: nadie es intocable. La decisión reordenó proyectos. Además, aceleró reconstrucciones y transformó el mapa competitivo de la liga.
